viernes, 16 de octubre de 2015

Reflexiones sobre mi práctica evaluadora

La evaluación es uno de los aspectos que me parece más delicado dentro de nuestras funciones y de las tareas que tenemos que realizar como docentes. La selección de estrategias e instrumentos de evaluación y la aplicación de las mismas me preocupa de cara a producir una reflexión sobre los logros y las dificultades, a reorientar, en caso necesario, el proceso en búsqueda de un mayor éxito y para generar capacidades y experiencias satisfactorias.
En el ABP, una vez determinado la situación problema o la meta a la que se quiere llegar, es necesario definir el punto de partida mediante el reconocimiento de las ideas previas (evaluación inicial) y la puesta en común de las mismas.
Una vez puestos manos a la obra, utilizamos un diario en el que se recogen brevemente las actuaciones llevadas a cabo, las decisiones  y acuerdos adoptadas, el grado de implicación de los participantes, … que nos servirá como testigo de la ruta que se está siguiendo y como recordatorio de los argumentos que posteriormente utilizarán en su propia autoevaluación individual y colectiva y coevaluación entre los miembros de un mismo grupo.
Durante el desarrollo del proyecto, se determina además un momento previo a la presentación del producto final en la que los grupos exponen los logros alcanzados y reciben apreciaciones y valoraciones de agentes externos al equipo con el fin de obtener propuestas de mejora y poner en práctica la capacidad comunicativa a la hora de mostrar sus ideas (evaluación formativa/preventiva). De esta manera, participan  otros grupos de alumnos con los que comparten e intercambian las experiencias (coevaluación), profesores que orientan y dinamizan e, incluso, otros agentes (padres, voluntarios, …) que generalmente dinamizan y animan (heteroevalaución). Los instrumentos más habituales son hojas de registro (listas de control o escalas de estimaciónen la que los items observables,  hasta ahora, se definían teniendo en cuenta la cohesión e implicación del grupo, el dominio del tema, la originalidad, la capacidad comunicativa y los recursos de apoyo visual, …   Y que en la actualidad deberán corresponderse con los indicadores y/o estándares de evaluación (Legislación andaluza).
Tras ese paréntesis previo para replantear el trabajo, continuaríamos con el registro en el diario de grupo hasta llegar al momento de la rendición de cuentas final. Así, tras la presentación del producto logrado, se establecen momentos de evaluación diversos (evaluación reflexiva final) en los que, mientras que el grupo que ha expuesto se autoevalúa y coevalúa (considerando su diario y la consecución de los ítems observables establecidos tras su actuación), el resto de grupos acuerda que argumentos sustentarán sus valoraciones y, por otro lado, el profesor también prepara los suyos para, a continuación, exponerlos en una puesta en común. Todo ello conlleva  una mejora en la capacidad de actitud crítica y la aceptación de valoraciones externas con fines constructivos. Los instrumentos son los mismos que en la evaluación preventiva, aunque en este caso la finalidad en su utilización se centra el producto final y la evolución que ha supuesto con respecto a las apreciaciones anteriores y lo que se había pretendido alcanzar.
Otra actuación relevante de cara a la evaluación es la publicación de evidencias tanto de manera física, en los tablones del centro, como digital, en el blog del alumno (kidblog) o en el de clase. Esta rendición pública de cuentas genera mayor exigencia a la hora de cumplir con la tarea y  hacerlo de la mejor manera; además, las publicaciones más precoces sirven de modelo a aquellos que muestren más dificultades.
Por otro lado, tengo que destacar el portfolio como una práctica evaluadora, a mi parecer, de máxima eficacia. En nuestro caso, los alumnos recogen junto al producto final una serie de anotaciones que marcan el proceso de siguieron hasta llegar al mismo. Asimismo, valoran de forma sencilla las ventajas e inconvenientes que han encontrado y las posibles mejoras. A final de curso, se realiza una defensa del portfolio en su conjunto, lo que hace consciente al alumno de su evolución y aporta información muy valiosa del proceso global en su conjunto. Algunos ejemplos de portfolios y su defensa se pueden encontrar en los siguientes enlaces:
Curso 2014-15 (6º de Primaria):
Curso 2013-14 (5º de Primaria):
Otra práctica evaluadora se centra en el docente, de manera que los alumnos me evalúan destacando, tras una reflexión conjunta, que fortalezas y que debilidades encuentran en mi labor, incluso que me recomienda descartar y que me aconsejan poner en práctica. Esto, unido a un reflexión personal como la que estoy realizando en este momento y a una formación dialógica con otros compañeros, pienso que es altamente enriquecedora y necesaria.
Creo que un instrumento facilitador sería la rúbrica, el cual no he puesto en práctica hasta el momento y con el que espero poder adquirir cierta destreza durante esta unidad del Mooc. Por otro lado, tengo que señalar que he conocido en otra actividad formativa la experiencia de Alfredo Hoyuelos basada en la documentación audiovisual de los procesos y que me parece fundamental para establecer reflexiones finales sobre logros, dificultades y como referente para la búsqueda de nuevas estrategias para afrontar situaciones futuras similares. Esto último se evidenciaría junto con el producto final puesto que según palabras de  Loris Malaguzzi “Lo que no se ve: no existe”.

Hasta ahora, me he centrado únicamente en la evaluación de mi experiencia en ABP. No obstante, no todo es así, también desarrollo otras metodologías en la que evaluación toma formatos distintos. Así pues, utilizamos desde pruebas escritas a registros de diversa índole para recoger las observaciones y datos más relevantes. En cuanto a las pruebas escritas, que tanta polémica suscitan, se intentan plantear con un carácter motivante y atractivo, dejando participar a los alumnos en su diseño, ya que establecen preguntas tipo y afrontan la prueba a modo de concurso, por equipos heterogéneos que intentan sumar los mejores resultados de cara a obtener privilegios como premio. Los miembros de un mismo equipo se ayudan y animan entre ellos.
Son numerosas las dudas que me genera la evaluación: ¿dedicaré excesivo tiempo y descuido otras tareas importantes?, ¿me quedo corto?, ¿lo estaré haciendo bien o lo podría mejorar?, ... todas dirigidas a la búsqueda de una práctica más eficaz.
En cuanto al plano general no tengo datos reales, únicamente podría plantear apreciaciones. Es un centro de Infantil y Primaria de 3 líneas, con lo que contamos con 27 unidades, más el aula específica. Eso conlleva un elevado número de profesores que manifiestan planteamientos distintos, desde el más tradicional en el que únicamente evalúa el maestro/a, a los más innovadores que hacen participes a su alumnado. Hoy día es más habitual la intervención de agentes externos mediante la aplicación de pruebas externas o a través de la supervisión de la Inspección Educativa, como nos ha sucedido recientemente. El informe generado tras dicha intervención ha destacado numerosas buenas prácticas y, a la vez, algunas propuesta de mejora, una de ellas centrada en la evaluación, concretamente en la búsqueda de consenso en este ámbito a nivel de centro, con lo que coincido enérgicamente.

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